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Vaticano presenta escudo y lema del Papa Francisco: «Amándolo lo eligió»

El Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, explicó que el escudo del Papa Francisco es esencialmente el mismo de cuando era Arzobispo y que su lema es «Miserando atque eligendo«, que puede traducirse como «Lo miró con misericordia y lo eligió» o «Amándolo lo eligió».

En los trazos esenciales el Papa Francisco ha decidido conservar el mismo emblema que mantuvo desde su consagración episcopal, particularmente caracterizado por la sencillez.

El escudo azul aparece coronado por los símbolos de la dignidad pontificia iguales a aquellos elegidos por su predecesor Benedicto XVI: la mitra colocada al centro y en alto con las llaves entrecruzadas, una representada con el color del oro y la otra con el de la plata, unidas por un lazo rojo.

En alto, aparece el emblema de la Compañía de Jesús (jesuitas) a la que pertenece: un sol radiante con, al centro y letras rojas, la inscripción IHS, el monograma de Cristo. Sobre la letra H se apoya la cruz, en punta, con los tres clavos en negro colocados a la base.

En la parte inferior se ve la estrella y la flor de nardo. La estrella, siguiendo la antigua tradición heráldica, simboliza a la Santísima Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia; mientras la flor de nardo evoca la figura de San José, el patrono de la Iglesia universal cuya fiesta se celebra este 19 de marzo, día de la inauguración del pontificado.

En la tradición iconográfica hispánica San José aparece representado con un ramo de flor de nardo en la mano. Al colocar en su escudo estas imágenes, el Papa ha querido expresar su propia y particular devoción hacia la Virgen Santísima y San José.

El lema

El lema del Santo Padre Francisco está tomado de las Homilías de San Beda el Venerable sacerdote (Hom. 21; CCL 122, 149-151), quien, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribe:

«Vidit ergo lesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me«, que evoca el siguiente pasaje: «Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa de cobro de los impuestos, y le dijo: ‘Sígueme’. Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo vio con misericordia y eligiéndolo, (miserando atque eligendo), y le dijo Sígueme, ‘Sígueme’, que quiere decir: ‘Imítame’. Le dijo «Sígueme», más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que está siempre en Cristo debe andar de continuo como él y anduvo».

La homilía de San Beda el Venerable, presbítero es un homenaje a la misericordia divina y aparece reproducida en la Liturgia de las Horas en la fiesta de San Mateo que además reviste un significado particular en la vida y en el itinerario espiritual del Papa.

En la fiesta de San Mateo de1953, el joven Jorge Mario Bergoglio experimentó –a los 17 años- en un modo del todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Después y tras una confesión, se sintió tocado en el corazón y advirtió que sobre sí mismo descendía la misericordia de Dios, quien con mirada de tierno amor, lo llamaba a la vida religiosa en la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola.

Una vez Obispo, el entonces Mons. Bergoglio, en recuerdo de ese momento que lo marcó profundamente, decidió elegir como lema la expresión de San Beda «miserando atque eligendo» que ha querido reproducir también el propio escudo pontificio.

PFranI

Fuente: Aciprensa.com 

Una iglesia viva, joven y alegre

Porque nace de Cristo, porque vive de Cristo, porque camina hacia Cristo, desde la fuerza del Espíritu Santo

BXVI

Lo dijo en la misa con la que iniciaba su servicio como Vicario de Cristo. Lo ha repetido en su última audiencia general: la Iglesia está viva.

Sí: para el Papa Benedicto XVI hay en la Iglesia una vida especial, una fecundidad, una energía, que vienen directamente de Dios. Por eso ni los pecados, ni las tormentas, ni las guerras, ni las crisis, ni el relativismo, ni el consumismo, ni el bienestar, ni la miseria, han podido destruirla.

Es cierto que a lo largo del camino ha habido momentos de oscuridad. Basta con repasar algunas páginas de la historia de estos 2000 años para reconocer la fragilidad humana, para tocar la fuerza del mal. Pero también es cierto que Cristo ha mantenido su palabra y, sobre todo, su presencia. «Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

Por eso Benedicto XVI comenzó a caminar como obispo de Roma y pastor de toda la Iglesia con la mirada puesta en Cristo, en su victoria, en su presencia.

«Sí, la Iglesia está viva; ésta es la maravillosa experiencia de estos días. (…) Y la Iglesia es joven. Ella lleva en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a cada uno de nosotros la vía hacia el futuro. La Iglesia está viva y nosotros lo vemos: experimentamos la alegría que el Resucitado ha prometido a los suyos. La Iglesia está viva; está viva porque Cristo está vivo, porque Él ha resucitado verdaderamente» (homilía de inicio de Pontificado, 24 abril de 2005).

«Os doy las gracias por haber venido en tan gran número para mi última audiencia general. ¡Gracias de corazón! ¡Estoy realmente conmovido! ¡Y veo que la Iglesia está viva!» (Audiencia general, 27  febrero de 2013).

Benedicto XVI nos lo recordará también el tiempo que Dios le conceda de vida, después de casi 8 años de servicio como sucesor de Pedro, ahora que empieza a ser «Papa emérito». Porque seguirá a nuestro lado, como dijo en sus últimas palabras:

«Soy, simplemente, un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra. Pero quisiera todavía, con mi corazón, con mi alma, con mis oraciones, con mis reflexiones, con toda mi fuerza interior, trabajar por el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad. Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. Vayamos adelante con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo. Gracias, y ahora os imparto, de todo corazón, mi bendición» (palabras al llegar a Castel Gandolfo, 28 febrero de 2013).

Fuente: Catholic.net 

América Latina despide afectuosamente al Papa Benedicto XVI

La Iglesia en Latinoamérica se une en oración por el Papa Benedicto XVI como muestra de agradecimiento por sus casi ocho años de pontificado.

Para este 28 de febrero que será efectiva la sede vacante a las 8:00 p.m., los fieles de los países de habla hispana lo acompañan espiritualmente en Misas, donde también oraran para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales en la elección del próximo Pontífice.

Benedicto XVI AL
Benedicto XVI AL

El Obispo de la Diócesis de Rancagua (Chile) y exPresidente de la Conferencia Episcopal de ese país, Mons. Alejandro Goic Karmelic, a través de un comunicad, invitó a todos los sacerdotes de su diócesis a congregar a los fieles en la Santa Eucarística en gratitud al Papa. El Obispo presidirá la Misa del medio día en la Catedral de Rancagua.

Por su parte, el Obispo de Salto (Uruguay), Mons. Pablo Galimberti, invitó a que una hora antes de la Misa vespertina del 28, cada comunidad diocesana celebre la Hora Santa para estar en sintonía espiritual con el Santo Padre. En una carta enviada a los sacerdotes de la diócesis, Mons. Galimberti sugiere que para la oración se tomen textos de la Carta Porta Fidei o párrafos de la primera encíclica de Benedicto “Deus caritas est”.

Asimismo, los arzobispos y obispos de las diferentes diócesis de Argentina, convocaran a los fieles para celebrar en las diferentes catedrales y parroquias del país la Santa Misa. En la Iglesia Catedral primada de Buenos Aires, la liturgia Eucarística será a las 12.30 p.m. y la presidirá el Obispo Auxiliar y Vicario General de la Arquidiócesis, Mons. Joaquín Mariano Sucunza.

En la Catedral de la Paz (Bolivia) a las 7:00 p.m., Mons. Edmundo Abastoflor Montero también celebrará una solemne Misa de agradecimiento al Señor por la figura del Papa Benedicto XVI y para rezar por él.

En otra muestra de gratitud, pueblo mexicano ofrecerá un concierto de campanas (que se apreciará luego de trece años) en la Catedral Primada de México. Este evento será por la noche del 28 y fue anunciado por el Deán de la Catedral, Mons. Manuel Arellano.

En la Catedral de la Habana (Cuba), los católicos de la isla el martes 26, también despidieron al Santo Padre con una Misa celebrada por el Nuncio Apostólico en Cuba, Bruno Musaró. La celebración litúrgica fue transmitida en diferido por la televisión cubana. Además varias diócesis de la isla, también han hecho lo mismo en señal de gratitud.

FUENTE: ACIPRENSA.COM