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«Jesús no es un «flash», sino una luz que dura siempre y nos salva»-Papa Francisco

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En sus palabras previas al rezo del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco aseguró que “Jesús ilumina nuestra vida con una luz que no se apaga jamás. No es un fuego artificial, un flash, no, es una luz tranquila, que dura siempre”.

La luz de Jesús, indicó, “nos da paz. Así es la luz que encontramos si entramos por la puerta de Jesús”.

El Evangelio de hoy, apuntó el Santo padre, “nos invita a reflexionar sobre el tema de la salvación”, pues en al salir Jesús de Galilea alguien se le acerca y le pregunta “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”.

“Jesús no responde directamente a la pregunta: no es importante saber cuántos se salvan, sino que más bien es importante saber cuál es el camino de la salvación”, dijo el Papa.

“Y he aquí entonces que a la pregunta Jesús responde diciendo: ‘Luchen por entrar por la puerta estrecha, porque, les digo, muchos pretenderán entrar y no podrán’. ¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es la puerta por la que debemos entrar? ¿Y por qué Jesús habla de una puerta estrecha?”.

Francisco recordó que “la imagen de la puerta vuelve varias veces en el Evangelio y se remonta a la de la casa, a la del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor y calor. Jesús nos dice que hay una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el calor de la casa de Dios, de la comunión con Él”.

“Esa puerta es el mismo Jesús. Él es la puerta. Él es el pasaje para la salvación. Él nos conduce al Padre. Y la puerta que es Jesús jamás está cerrada, esta puerta jamás está cerrada. Está abierta siempre y a todos sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios”.

El Papa subrayó que “Jesús no excluye a nadie. Alguno de ustedes quizá podrá decirme, pero Padre, yo estoy excluido, porque soy un gran pecador. He hecho cosas feas. He hecho tantas en la vida. No, no estás excluido. Precisamente por esto eres el preferido”.

“Porque Jesús prefiere al pecador. Siempre, para perdonarlo, para amarlo. Jesús te está esperando para abrazarte, para perdonarte. No tengas miedo. Él te espera. Anímate, ten coraje para entrar por su puerta”.

El Santo Padre señaló que “todos somos invitamos a pasar esta puerta, a atravesar la puerta de la fe, a entrar en su vida, y a hacerlo entrar en nuestra vida, para que Él la transforme, la renueve, le de alegría plena y duradera”.

“En la actualidad pasamos ante tantas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que después, nos damos cuenta de que duran un instante. Que se agota en sí misma y que no tiene futuro. Pero yo les pregunto: ¿Por cuál puerta queremos entrar? Y ¿a quién queremos hacer entrar por la puerta de nuestra vida?”.

“Quisiera decir con fuerza: no tengamos miedo de atravesar la puerta de la fe en Jesús, de dejarlo entrar cada vez más en nuestra vida, de salir de nuestros egoísmos, de nuestras cerrazones, de nuestras indiferencias hacia los demás”.

El Papa indicó que “ciertamente la de Jesús es una puerta estrecha, no porque es una sala de tortura, no por eso. Sino porque nos pide abrir nuestro corazón a Él, reconocernos pecadores, necesitados de su salvación, de su perdón, de su amor, de tener la humildad de acoger su misericordia y hacernos renovar por Él”.

“Por la puerta estrecha que es Cristo debe pasar toda nuestra vida”.

El Santo Padre señaló además que “Jesús en el Evangelio nos dice que el ser cristianos no es tener una ‘etiqueta’”.

“Y yo les pregunto a ustedes: ¿Ustedes son cristianos de etiqueta o de verdad? Eh esa se responde dentro. No cristianos, jamás cristianos de etiqueta, cristianos de verdad, de corazón. Ser cristianos es vivir y testimoniar la fe en la oración, en las obras de caridad, en promover la justicia, en realizar el bien”.

“A la Virgen María, Puerta del Cielo, le pedimos que nos ayude a pasar la puerta de la fe, a dejar que su Hijo transforme nuestra existencia como ha transformado la suya para llevar a todos la alegría del Evangelio”, concluyó.

Fuente: ACIPRENSA.COM

Almuerzo con el Papa

Marcelo Galeano es un argentino que tuvo la suerte de almorzar este viernes con el Papa Francisco en la residencia de San Joaquín, del Arzobispo de Río de Janeiro, y señaló que ha sido «un encuentro maravilloso y distendido» pero sobre todo «una experiencia de Dios».

JMJ

En conferencia de prensa esta tarde en el Media Center de Copacabana, Marcelo comentó que al principio todos estaban callados porque «no todos los días almorzamos con el Papa».

Almorzaron con el Papa jóvenes de Nueva Zelanda, Australia, Portugal, Francia, México, Estados Unidos, Sri Lanka, Rusia, Colombia, Argentina y dos muchachos de Brasil

«Ha sido una experiencia de Dios. Ver gente de todos los continentes y países ha sido algo muy profundo. El Papa es un pastor, es un padre. Nos ha escuchado atentamente. Habló despacio para que podamos entender».

Marcelo dijo además que el Santo Padre es «es un hombre que ama a suIglesia y que tiene una gran preocupación por los jóvenes para que podamos vivir en este mundo con sus dificultades».

Galeano resaltó que esta experiencia «es un regalo muy grande porque es la primera vez que lo veo después de él haber dejado su tierra natal, Argentina».

Para Paula García, contadora colombiana originaria de Bogotá y que fungió de intérprete durante el almuerzo, almorzar con el Papa ha sido una «bendición fantástica».

«El Papa nos preguntó a cada uno lo que hacemos en la Iglesia y nos recordó la importancia de la esperanza. En este día de San Joaquín y Santa Ana nos recordó la importancia de atender a los abuelos, de que los ancianos y la juventud vayan de la mano».

En declaraciones a ACI Prensa, García comentó que una amiga suya que trabaja en la pastoral con los ancianos, le «había escrito una carta al Papa que esperaba que ‘si por algún milagro’ tenía la oportunidad, el Papa Francisco podría recibir».

«Yo le di la carta al Papa y no sabía que se la iba a poder dar y menos hoy, en el día de San Joaquín y Santa Ana».

El Papa también le dijo a los jóvenes que ayuden a la esperanza de muchos jóvenes que no tienen trabajo y les dejó como «tarea» responder luego a algunas preguntas «Por qué están ustedes hoy aquí?, Por qué hay jóvenes muriendo en las calles? Por qué hay jóvenes sufriendo? Cuando tengan respuestas y el corazón llore, entonces podrán compartir ese amor con los demás, con los otros».

El almuerzo concluyó con el rezo, cada uno en su idioma, del Ave María.

El menú de este almuerzo consistió en ensalada mixta de entrada, un primer plato de rissoto de hongos, un segundo plato de escalopines al vino con verduras o una alternativa de pollo, y de postre un dulce de maracuyá.

Fuente: ACIPRENSA.COM

 

Saludo del Papa Francisco a la Juventud

Queridos jóvenes:

«Qué bien se está aquí», exclamó Pedro, después de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria. ¿Podríamos repetir también nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos nosotros, hoy, es bueno estar aquí reunidos en torno a Jesús. Él es quien nos acoge y se hace presente en medio de nosotros, aquí en Río. Pero en el Evangelio también hemos escuchado las palabras del Padre: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle» (Lc 9,35).

Por tanto, si por una parte es Jesús el que nos acoge; por otra, también nosotros hemos de acogerlo, ponernos a la escucha de su palabra, porque precisamente acogiendo a Jesucristo, Palabra encarnada, es como el Espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro, y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para caminar con alegría (cf. Carta enc. Lumen fidei, 7).

Pero, ¿qué podemos hacer? «Bota fé – Pon fe». La cruz de la Jornada Mundial de la Juventud ha gritado estas palabras a lo largo de su peregrinación por Brasil. ¿Qué significa «Pon fe»? Cuando se prepara un buen plato y ves que falta la sal, «pones» sal; si falta el aceite, «pones» aceite… «Poner», es decir, añadir, echar.

Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos jóvenes: si queremos que tenga realmente sentido y sea plena, como ustedes desean y merecen, les digo a cada uno y a cada una de ustedes: «pon fe» y tu vida tendrá un sabor nuevo, tendrá una brújula que te indicará la dirección; «pon esperanza» y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso; «pon amor» y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo. ¡Pon fe, pon esperanza, pon amor!

Pero, ¿quién puede darnos esto? En el Evangelio hemos escuchado la respuesta: Cristo. «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle». Jesús es quien nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con él toda nuestra vida se transforma, se renueva y nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos (cf. Carta enc. Lumen fidei, 18).

Por eso hoy les digo con fuerza: «Pon a Cristo» en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; «pon a Cristo» y verás crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; «pon a Cristo» y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda.

Hoy me gustaría que todos nos preguntásemos sinceramente: ¿en quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús? Tenemos la tentación de ponernos en el centro, de creer que nosotros solos construimos nuestra vida, o que es el tener, el dinero, el poder lo que da la felicidad. Pero no es así.

El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos, y terminamos empachados, pero no alimentados y es muy triste ver una juventud empachada, pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe y no empacharse de otras cosas”.

¡»Pon a Cristo» en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado! Miren, queridos amigos, la fe lleva a cabo en nuestra vida una revolución que podríamos llamar copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza, esperanza. Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, todo cambia.

En nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22) y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios. En el Año de la Fe, esta Jornada Mundial de la Juventud es precisamente un don que se nos da para acercarnos todavía más al Señor, para ser sus discípulos y sus misioneros, para dejar que él renueve nuestra vida.

Querido joven, querida joven: «Pon a Cristo» en tu vida. En estos días, Él te espera en su Palabra; escúchalo con atención y su presencia enardecerá tu corazón. «Pon a Cristo»: Él te acoge en el Sacramento del perdón, para curar, con su misericordia, las heridas del pecado. No tengas miedo de pedir perdón. Él no se cansa nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama.

¡Dios es pura misericordia! «Pon a Cristo»: Él te espera en el encuentro con su Carne en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje de la caridad, de la bondad, del servicio. También tú, querido joven, querida joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo nuestro.

«Qué bien se está aquí», poniendo a Cristo, la fe, la esperanza, el amor que él nos da, en nuestra vida. Queridos amigos, en esta celebración hemos acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. Con María, queremos ser discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir «sí» a Dios. Pidamos a su Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que nuestros corazones estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. ¡Él nos espera y cuenta con nosotros! Amén.

JMJ

FUENTE: ACIPRENSA.COM