Los caminos de Dios son perfectos

Por: Karla Laínez (miembro de la Pastoral Juvenil, Parroquia La Sagrada Familia, El Salvador)

JMJ RIO 2013

Como jóvenes estamos acostumbrados a soñar, a ilusionarnos, a luchar, a vivir al máximo pero sobre todo a alcanzar esas cosas que anhelamos tanto. Eso es a lo que hemos sido llamados a ser unos luchadores en el mundo y como jóvenes católicos también a saber respetar y entender los tiempos designados por Dios.

Soy una principiante en esto de escribir, pero ahora les quiero contar cómo Dios obró en mí y me permitió así, comprender sus caminos.

Hace un par de semanas mis sueño de ir a la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro se vieron opacados por percances que aún no me explico, en resumen, estaba inscrita en la Jornada pero no tenía boletos para ir a Brasil… ¿Tremendo problema verdad? Yo tenía todas las ganas, todo el corazón, pero tal vez no era suficiente para ir a ese encuentro con el Santo Papa.

Junto con mis sueños, mi fe se venía abajo. El dolor era inevitable y la búsqueda de culpables, razones, motivos o cualquier cosa que ayudara a minimizar mi pena eran inalcanzables. Yo dudaba más que nunca de la gente y me preguntaba: ¿Cómo alguien puede jugar con los sueños de jóvenes católicos de esa manera? ¿Por qué el mundo era tan malo? ¿Qué había hecho para merecer eso? ¿Por qué Dios permitía eso? ¿Por qué a mí? TODAS eran PREGUNTAS SIN RESPUESTAS.

En el grupo todos pedían oración y yo lo hacía… pero con poca fe.

Los días iban pasando y unos hermanos no se iban a dar por vencidos, luchaban incansablemente contra esa realidad que estábamos viviendo, visitas a la agencia de viaje que nos había hecho pasar esa situación, rosarios, cadenas de oración, ir a misa juntos, etc. Yo todo lo seguía al pie de la letra, aunque dando todo la guerra por perdida. El sábado 20 de julio un amigo me dijo: “Dicen que de que vamos, vamos. Ese es tu regalo de cumpleaños”; en efecto la ilusión volvió a nacer, creí en las promesas de un humano.

El lunes 22 de julio se fue el primero de tres grupos que íbamos a ser, la esperanza no se perdía, las oraciones seguían, los rosarios también; se llegó el lunes por la tarde y el encargado de la agencia de viajes nos informó que el martes salía el segundo grupo y que lastimosamente no podía pagar el de cinco personas más (entre los cuales estaba yo).

Otra vez el dolor y la decepción se apoderaron de mí, pero ahora bien agarrada de Dios confiando en que no iría a una Jornada Mundial de la Juventud si Él no quisiera; que si iba sería su voluntad, que todo lo que pasara en mi vida quedaba en sus manos, que Él era el alfarero de mi vida, el Arquitecto de mi universo y quería que fuera por siempre mi guía. Más allá de mi dolor, estaba el de mis padres que con mucho trabajo habían pagado ese viaje, no me parecía justo que ellos aparentaran estar bien y que tuvieran un doble dolor; el haber sido estafados de esa manera y ver sufrir a sus hijas por sentirse burladas.

Mi madre se me acercó esa noche y me dijo que: “Dios es bueno y misericordioso, talvez no era tu momento, talvez está probando tu fe. Confía en Él, nuestro Dios no abandona”. Esa noche quedé dormida mientras oraba. El martes en la noche se nos informó que salíamos a Brasil el miércoles 24, a las siete de la mañana. Ahora sí, salía rumbo a Rio de Janeiro con más fe que nunca, con la mejor pre jornada que pude haber vivido; una experiencia de vida que me había dejado como lección que mi Dios es un Dios de OBRAS, un Dios de MILAGROS, un Dios que jamás me abandonará.

Ni hablar de la Jornada, fue una experiencia maravillosa que a pesar de haberla iniciado tarde, la viví con toda la disposición del mundo, con el corazón abierto a esos dones que el Espíritu Santo derramaría en mí. El día de la vigilia con el Santo Papa tuve lo que tanto había esperado, ese encuentro inexplicable con su magnífico poder. El Papa transmite una paz indescriptible y ahora imaginen al Papa elevando el Santísimo Sacramento… No lo podía creer, mi fe está puesta en lo invisible pero en ese momento todo se volvió tangible, TODO cobro sentido y sentí ese llamado a ser una vocera de sus obras, un apóstol en este nuevo siglo y una “pescadora de hombres”.

Dios se complace en mostrarnos nuestra impotencia, para regalarnos con infinita generosidad si nos ve humildes y confiados (confiando con una fe que solo tendría que ser como un granito de mostaza).

Yo les digo: “Mi Dios, es un Dios de GRANDES OBRAS, pero Él obra a su tiempo”.

Termino con mi salmo preferido:

“En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Señor, no desamparaste a los que te buscaron”, Salmo 9:10

“Id y haced discípulos en todas las naciones”
Lema de la XXVIII JMJ Rio de Janeiro 2013

Deja un comentario